SOMOS ESENCIALES: LAS CONTRADICCIONES DE SER UN TRABAJADOR NECESARIO

23 de Julio de 2020

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El discurso que rodea el trabajo esencial dentro del contexto pandémico que ha detenido al mundo tal como lo conocemos se esclareció el 25 de mayo, casi a la mitad de una de las cuarentenas más largas del mundo. El Presidente Alberto Fernández reunió a un grupo de trabajadores necesarios en la Casa Rosada para conmemorar el aniversario de la Revolución de Mayo, el punto de quiebre que marcó el comienzo del fin de la colonización española en Argentina a principios del siglo XIX.

Una fila socialmente distanciada de recolectores de basura, bomberos, militares, científicos, policías, empleados de supermercados, choferes de colectivos y otros trabajadores considerados 'necesarios' escucharon una interpretación del himno folclórico de Jorge Cafrune, Cuando llega el alba, antes de que Fernández, entre lágrimas, choque los codos con los trabajadores. El momento televisado se hizo eco de un boletín oficial que trazó paralelismos entre los "héroes" de la revolución y los trabajadores en la figurativa línea de frente de Coronavirus y agregó que "En este momento de crisis, los argentinos han recuperado un valor que se ha perdido durante mucho tiempo: el valor de solidaridad."

En Argentina, donde se estima que el 45% de los trabajadores activos son informales, es difícil saber el número exacto de trabajadores del servicio. La Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios representa a 1.2 millones de personas; a esto se puede sumar unos 500.000 más de las industrias hoteleras y gastronómicas. La invisibilización del trabajador revela los fracasos sistémicos de una sociedad que, durante el último siglo, ha luchado para ver el fruto de una ideología de igualdad socioeconómica y política para la clase trabajadora sobre la histórica élite y dueños del capital que maneja el país. La pandemia prendió fuego a un sistema que ya estaba en llamas. ¿Qué significa "esencial" o "necesario" en el contexto de un trabajo que se valora como trabajo menor al que realizan los que están en la parte más baja de la pirámide social? ¿Cómo contextualizamos una pandemia que ha detenido el mundo para unos pocos privilegiados? ¿Dónde entra la solidaridad sin retribución dentro del contrato social? 

Mario Amado trabaja en la cadena multinacional Carrefour desde principios de los años 90 y ejerce el sindicalismo durante los últimos veinte años. En 2018 armó una lista opositora a la SEC, uno de los sindicatos más grandes y poderosos para los trabajadores del servicio. Hoy lidera la Agrupación La Voz de Comercio, un conjunto de delegados y trabajadores de Walmart, Vital, Carrefour y otras grandes cadenas. Nos sentamos a hablar sobre la narrativa y la realidad que rodea a los trabajadores esenciales, la importancia de la participación de los trabajadores en el liderazgo, la formulación de políticas que los afectan y el futuro de la clase trabajadora en Argentina.

 

¿De dónde nacen tus convicciones políticas?

Ideológicamente yo soy Peronista con todas las contradicciones que eso trae. A veces se me hace difícil cuando escucho la marcha peronista, dice ‘combatiendo al capital’ mientras yo estoy trabajando para una multinacional. Entonces trato de adaptar esa frase a que “combatir al capital” sea pelearla para conseguir mejores condiciones de trabajo para quienes represento. 

¿Siempre tuviste fuertes convicciones políticas? 

Siempre. Mi papá me metió mucho la justicia social y el peronismo. Era trabajador del campo y lo explotaron mucho hasta que ya no se dio para que lo exploten más. Era un tipo que no terminó la primaria pero tenía muchas cosas en la cabeza. Yo vine a Buenos Aires a los 14 años de Tucumán de un pueblo que se llama Acheral a dedo [sic] caminando. Vine muy chico a vivir solo y a trabajar en lo que podía. Trabajaba en gastronomía, lavaplatos, lavabaños, lavatodo, viviendo en pensiones donde si no podés pagar te ponen una cadena en la puerta y perdés todo lo que estaba adentro. Vivía en la calle [sic] durmiendo en la plaza en Once. Cagandome a piñas para que no me violen, no me roben todo, perdiendo más de lo que ganaba pero siempre intentando defenderme. Antes de Carrefour, trabajaba de lavacopas. En la gastronomía se discuten los convenios mano a mano con el dueño del lugar. Tuve que negociar de esta manera, cara a cara,  llegué con 16 años a sentarme con dueños de pizzerías con un revólver arriba de la mesa tipo que querés, y yo, nah que me pague lo que me corresponde. Siempre tuve la inquietud de lo justo. Siempre pensé si yo trabajo voy a estar retribuido justamente. Creo que el trabajo es la base de construcción de la vida de cualquier persona. Me parece que uno tiene que trabajar y que eso tiene que tener su fruto. Ahora cuando yo me rompo el alma trabajando quiero que la retribución sea justa. Quiero que el trato sea justo. Quiero que el lugar donde trabajo sea digno de trabajar. Tiene que ser justo. Y siempre creí que vos tenés que trabajar para que el otro esté bien.

¿Cuándo entraste a trabajar en Carrefour?

Entré en el 93 como repositor de bazar donde me echaron por apoyar al que iba a ser el delegado de esa tienda. Pude ingresar en otra tienda porque en esa época Carrefour no tenía centralizada sus contrataciones. 

¿Enseguida te metiste con el sindicalismo?

Mi vida sindical comenzó como delegado hace más de 20 años en esta tienda Carrefour Warnes. Después durante ocho años fui subsecretario de FAECYS, lo cual me permitió viajar por muchos lugares del mundo conociendo la realidad sindical y los problemas de los trabajadores y trabajadoras de todos los países mientras trataba de llevar la experiencia de Argentina al resto del mundo. Luego decidí integrar una lista junto a otros compañeros que enfrentó al oficialismo en comercio, perdiendo una elección por muy poquito. Era una elección fraudulenta y de hecho ahora están las escuchas famosas que salieron las cuales demuestran que durante la época del macrismo salió por orden del Presidente que tenía que ganar el candidato que ganó. Yo opté por seguir luchando para el sindicalismo. Se acabó la elección pero no se acabaron los problemas. 

¿Cuáles son los problemas que enfrentan ahora? 

Estamos con 1600 compañeros y compañeras que están de acuerdo con nuestra propuesta, y a partir de ahí estamos en una parte de instalación del nombre de la agrupación y las ideas. Siempre se habla de la renovación. Acá se trata de una renovación de ideas, si no hay renovación de ideas de nada va a servir. Estoy en esta construcción, se que es difícil, se que voy a pelear contra una de las estructuras más grandes de este país, tanto en lo económico como en lo social. El peso del Sindicato de Comercio de la Capital Federal en el escenario laboral argentino es inmenso. Lo que pasa en el comercio termina replicándose tarde o temprano en el resto de las organizaciones sindicales.

Vos acá tenés un trabajo dual como sindicalista. Por un lado trabajás para mejorar las condiciones laborales en esta tienda donde sos delegado y las tiendas donde trabajás con otros delegados y además hacés un trabajo más complejo que es cambiar las estructuras del sindicato nacional, ¿Me podés contar sobre esa estructura actual?

El Sindicato Empleados de Comercio es un prestador de servicios y beneficios. Te dan pañales, te dan anteojos, te dan una piscina en el verano pero perdió la acción gremial. No está en la calle, es un sindicato de dirigentes de escritorio. Muchos dirigentes nunca fueron empleados de comercio. O sea nunca trabajaron. Fueron porque el tío lo llevó al sindicato y se convirtió en dirigente como algo hereditario. Me parece a mí que tenemos la responsabilidad de cuidar el modelo del sindicalismo pero para hacer eso tenemos que cambiar el modelo de dirigentes del sindicalismo. Creo yo que los nuevos tiempos piden que el sindicato esté en la calle. Que sea un sindicato que camina en la calle, y eso no significa salir a romper todo. Significa salir a hacer valer tus derechos y cambiar la tasa de sindicalismo. Hay que trabajar para enamorar nuevamente a la gente con la idea de pertenecer a un sindicato.  

El mismo presidente está en el poder desde hace más de 30 años y están negociando con un convenio de los 70, ¿no?

Cavalieri [el actual presidente del sindicato] salió a decir “el problema no es el salario, porque hice muchas flexibilizaciones que me pidieron los empresarios”. Lo dijo ayer a la tarde. Reconoce públicamente que nos perjudicó como trabajadores para beneficiar al empresario. 

Y más allá de cambiar el sindicalismo, ¿qué hay que cambiar dentro de las tiendas? ¿Cuáles son las condiciones actuales que hay que mejorar? 

Tenemos que dividir absolutamente según dónde trabajás porque no todas las cadenas son iguales y ni siquiera todos los Carrefour funcionan igual. 

Los salarios, por ejemplo, que leí que son 36 mil mensuales. 

Ese es el salario de convenio de toda la actividad de comercio. En los supermercados son mejores. Acá por ejemplo, en esta tienda y los demás donde estamos presentes tenemos la mayor parte de los trabajadores trabajando full time o 32 horas y se puede ganar entre sesenta y setenta mil pesos mensuales en mano. Pero eso es acá. Además los supermercados se abusan del part-time y te obligan a venir 6 días a la semana. El que vive lejos termina viajando 4 horas para trabajar 4 horas y así todos los días. Es ridículo. 

Ese sueldo más alto me imagino que depende de trabajar feriados o domingos, ¿no? 

Ahí viene la contradicción mía. Tendría que promover que la gente no trabaje un feriado o un domingo pero hay una realidad económica. ¿Cómo me opongo? Yo lo que planteo es que vuelva a la Argentina el descanso dominical pero incorporando la plata que uno gana trabajando un domingo. 

¿Y qué porcentaje de los trabajadores trabajan full time?

Desconozco el porcentaje real pero me imagino un 40 o 45%. En esta tienda, es un 80%, pero es porque estamos presentes. Esta tienda no es la realidad. En los express casi todos trabajan part-time. 

 

Hablando más puntualmente de Corona, ¿cómo ha sido la reacción a la pandemia?

Disparan en algunos lados. Si tengo que hablar por propia experiencia, tuve que presionar muchísimo desde el principio. Yo además de estar en esta tienda trabajo con once delegados de Carrefour Market. Al principio había un protocolo que era más laxo. Nos accedió alcohol en gel y nada más. Nosotros comenzamos a exigir los barbijos, los acrílicos para separar los cajeros de los clientes, controlar el flujo de clientes que al principio fue una locura. Vuelvo a decirte que fue muy dependiente de cómo actuaba el delegado en cada lugar de trabajo donde no se ejercía la presión. Así que donde estábamos nosotros, nos terminaron dando las cosas a nosotros y al resto después. Fue toda una lucha. Después fuimos mejorando los protocolos según pasaban los días y los casos. En algunos lados Carrefour se negaba a cerrar la tienda hasta que no haya un caso comprobado y recién ahí se desinfectaba. Y según el Ministerio de Salud es lo correcto. O sea no están incumpliendo ninguna norma. Cuando ya hay un sospechoso firme y fuerte, desinfectamos esa misma noche, no esperamos a que se confirme, y aislamos a todas las personas que hayan tenido contacto estrecho. Y había que concientizar a la gente porque hubo irresponsabilidad e inconsciencia por parte de los trabajadores también, tuvimos que hacer un trabajo para que el contacto estrecho se disminuya. 

Suena como que la postura de la empresa es muy a la voluntad de cada uno. Muy reaccionario y no activo. Y eso que hay más de 650 contagiados en todos los supermercados de CABA.

El número hoy es 1000. Hay cadenas donde el flujo de gente nunca se controló, o se controló a medias, y eso ayudaba a que el virus esté más presente. Nosotros logramos que no pasara acá con mucho trabajo. Porque por un lado tenés al directivo de la empresa presionando a los gerentes a vender más o que lleguen al número que necesitan y por otro lado estábamos nosotros diciendo “se va a vender siempre y cuando esté segura la gente”. Fue muy difícil asociar las cosas. 

¿Cómo se siente el trabajador ahora dentro de este contexto?

Seguro no se siente nadie. El trabajador tiene miedo. Quizás en este mercado se siente protegido y cuidado, pero igual tiene que tomar un transporte público. Entonces el miedo de salir de tu casa, qué pasa en el viaje, me parece que, y eso lo voy a sectorizar, en los lugares donde estamos nosotros, se sienten seguros a partir de que llegan a trabajar, pero es imposible que no tenga miedo, tiene que convivir mucho tiempo por lo que ya te dije, de que para algunos el tiempo de viaje es muy largo. Uno no sabe si puede estar al lado de una persona que esté infectada. Ese miedo te abraza todo el dia. Muchos tuvimos discusiones con clientes que no entienden. Y también porque no estamos en los grandes medios. Esto es un tema ciego para los grandes medios. La pauta publicitaria puede más que la realidad. Para los grandes medios no existimos. Y lo que vos decis, 650 casos. Hace tres semanas que son 650 casos, hoy son 1000. Pero si no te lo dice nadie. Por ahí los grandes medios piensan "ah, 1000 en todos los supermercados no es tanto". Para nosotros si es muchísimo. Es acá ¿Cómo no va a ser mucho?

Es importante también contextualizar ese doble sentido del ‘trabajador esencial’ que históricamente y socialmente son trabajadores marginalizados e invisibilizados. 

Yo creo que la pandemia termina demostrando eso. Que los trabajadores esenciales para que una sociedad funcione, somos los peores tratados y los peores pagos también. 

En los medios además o algunos políticos, hablan de estos trabajadores como si fueran héroes, como si salieran por su voluntad a trabajar como una especie de sacrificio para la República. 

Nos declararon trabajadores esenciales pero con un pago no retribuido. Nos dieron dos bonos, estamos obligados a venir pero no somos compensados. Nos dieron bonos de $5000 que sólo cobramos en abril y mayo, en junio no nos pagaron y julio estamos viendo. Nosotros queremos que esto sea permanente. Pusimos 1000 infectados. ¿No alcanza la cantidad de contagios para demostrar que este trabajo es peligroso? 

¿Sos optimista de que cuando la pandemia termine y empecemos a volver a una “nueva normalidad” las cosas van a mejorar?

No. Me parece que no hay un pensamiento colectivo de valoración de las actividades que les proveyeron de salud, que les proveyeron de la comida, para la sociedad todo eso va a pasar y listo, y volveremos a ser los trabajadores del supermercado, un trabajo menor dentro de la estructura social. 

¿Ves un camino para empezar a valorarlos? 

La única manera en que se ponga en valor nuestro trabajo después de la pandemia es que quienes nos representan de verdad sean los trabajadores. El sindicalista tiene la obligación de no cortar la raíz con su base, con el lugar donde está, debe ir al lugar de trabajo constantemente e instalarse. Si no, termina discutiendo cosas que no tiene sentido. O hacer sindicalismo que sólo es teórico. Estuve en un montón de situaciones con tipos que le preguntás, ‘¿y vos dónde trabajaste?’ ‘No, yo escribí un libro.’ ¿Cómo podés escribir de mí, de cómo es trabajar en un depósito si nunca levantaste una caja? Es muy difícil, ¿no? Este es un trabajo muy específico. Y el poder tiene que haber surgido de las bases. Después te podés enriquecer, estudiar y leer todo lo que quieras, pero tiene que tener una base con sustento en el trabajo. 

Generar el cambio desde abajo.

Abajo estamos preparadas las nuevas generaciones para cambiar la idea de lo que nos dejan o vamos a hacer la continuidad de los que ya están. Si somos la continuidad de lo que ya está, el futuro de los trabajadores ya esta comprometido. Mirame a mi. Me podía haber quedado en esa zona de confort y comodidad, pero no, si querés cambiar cosas tenés que sacrificar cosas tuyas también. Quiero que se replique en otros lados. Quiero trasladar este saber y hacer en otros lugares. No creo que uno se tenga que conformar y resignar en lo que cree y lo que piensa.